El camino para llegar al puesto de dirección
La trayectoria de una líder hasta llegar a un puesto de responsabilidad, como puede ser un cargo de dirección en una compañía, dista mucho de la de sus compañeros de género masculino. Las dificultades en el ascenso imprimen carácter y por eso las que consiguen llegar se han hecho aún más fuertes por el camino. Las principales luchas y barreras a las que han tenido que hacer frente podrían resumirse en tres grandes bloques:
En su empresa: diferencias salariales y de oportunidades.
En el mundo empresarial en general: diferencias basadas en la discriminación y los estereotipos tradicionales.
En la sociedad: diferencias en cuanto a responsabilidades familiares y conciliación de vida personal y laboral.
Quienes traspasan todas estas barreras, quienes rompen el techo de cristal, son líderes natas; sin embargo, durante toda su vida profesional sienten la continua necesidad de demostrar su valía, incluso en posiciones a estos niveles en la organización, a diferencia de los hombres; por lo que cualidades como la perseverancia, la constancia y el compromiso con la empresa son frecuentes en mujeres directivas (lo que no quiere decir que dejen de serlo en el caso de líderes de género masculino).
Factores que marcan la diferencia entre hombres y mujeres en puestos de dirección
Muchas veces se atribuyen roles masculinos o actitudes masculinizadas a las mujeres que ocupan altos cargos, cuando se está obviando que lo que se describe son las cualidades de un lider, de una persona que ostenta responsabilidades de ese nivel, sin género.
Sin embargo, pese a que no se puede (ni debe) generalizar, podría decirse que las mujeres que desempeñan cargos de responsabilidad:
Son innovadoras y creativas.
Saben reconocer habilidades en su equipo y utilizarlas para conseguir objetivos estratégicos.
Prestan una especial atención al detalle, lo que se deja ver en la minuciosidad de las políticas que implementan.
Entre las cualidades más propias de los hombres directivos destacarían las siguientes:
Una mayor focalización.
Facilidad para delegar tareas.
Estructuración, que marca diferencias en la toma de decisiones.
Las diferencias son prácticamente complementarias, por lo que cualquier empresa se vería muy beneficiada de una dirección mixta (más allá de cuotas), que superase el género y buscase personas proactivas, capaces, talentosas y motivadoras, que sepa resolver conflictos, ilusionarse por los proyectos y que no tengan miedo de tomar decisiones. En este planteamiento tan utópico quedaría remarcar que, en una realidad de este tipo, los salarios deberían ser justos en todo caso y nunca diferentes a igualdad de responsabilidades.