Conocer el producto y el mercado. Esto conlleva que el profesional debe mostrar no sólo un conocimiento exhaustivo de aquello que vende (además del mercado en el que se mueve), sino que, además, debería dar una imagen de plena confianza en el mismo.
Aprender de forma continua. Para ello, el vendedor debe adoptar una actitud de aprendizaje continuo y curiosidad en cuanto al área de conocimiento de su producto y entorno de referencia. No sólo eso, también tiene que adoptar una actitud de crecimiento constante en cuanto a técnicas de venta, posibles nichos de mercado, etc.
Mostrar iniciativa y pasión. El buen vendedor es una persona proactiva, que se anticipa a los cambios y se adelanta a las posibles contingencias que puedan surgir. No sólo es un profesional con iniciativa, además imprime su propia marca, de forma enérgica y con pasión.
Ser un gran comunicador. El uso de la palabra es la principal herramienta de todo buen vendedor. También debe demostrar una actitud constante de escucha activa y empatía, para así ponerse en el lugar del cliente e identificar mejor sus necesidades presentes y futuras.
Lograr un alto impacto e influencia. Para lograr una venta, el vendedor debe mostrar una gran capacidad de impacto con su discurso, así como influencia en el interlocutor. Ligado a capacidades relacionadas con la negociación, esta competencia supone que el profesional posee una alta capacidad para convencer al otro acerca de las bonanzas del producto y de su valor diferencial.
Siempre transparente y claro. En el mundo comercial, éste es un valor que diferencia a los profesionales honestos de los que juegan en los límites de la ética. El hecho de mostrarse en todo momento sincero y transparente, en cuanto a las características del producto, la política de precios y descuentos, etc., pone en valor al profesional.
Tolerancia a la frustración. Un buen vendedor nunca decae ante los posibles fracasos. Entiende estas situaciones como una parte más de su trabajo y como una oportunidad de desarrollo de futuro. Implica una cierta autogestión emocional y superación personal.
Tener plena autoconfianza. Además de mostrar una imagen y apariencia adecuada, así como un gran conocimiento del producto, cosas que facilitan la confianza en uno mismo, un buen vendedor posee un claro convencimiento en sus capacidades para lograr una venta.
Perseverancia en la venta. La toma de contacto con el posible cliente es sólo el primer paso para alcanzar el éxito. Es necesario que lleve a cabo un seguimiento regular de las ofertas realizadas y buscar, ante todo, el cierre de ventas.
Alinearse con los objetivos de la organización. Aunque a menudo los vendedores se dejan llevar por el atractivo de las comisiones que pueden aportar ciertos productos, debe tener siempre en mente los objetivos estratégicos de la organización y actuar en base a éstos.
Cómo ser un buen emprendedor
Por: María Espinosa-Daudí