A finales del 2013 el total de franquicias consolidadas ascendía a 934, lo que supone un incremento del 3,9% con respecto al ejercicio anterior. Igualmente, ha crecido el número de puntos de venta hasta llegar a 62.037, es decir, un 2,4% más de los que ya existían en 2012. Según el documento, esta fórmula de tiendas en cadena facturó 19.111 millones de euros, lo que representa el 9,1% de las ventas del comercio minorista.
Además, la modalidad de franquicia dio empleo a más de 212.000 personas durante el año 2013, un 12,8% de la tasa de ocupación del comercio minorista. Es, de hecho, el sector servicios el que muestra los mayores índices de facturación (con 9,62 millones de euros, un 48% del total facturado) y de ocupación (101.000 puestos de trabajo creados).
Hay que mencionar, en esta línea, que más de la mitad de las franquicias se engloban dentro del sector servicios. Esta tendencia responde, de acuerdo al informe, a que 'se trata de modelos de negocio que requieren menos inversiones y estructuras de personal y que, por lo tanto, encuentran mayor facilidad en la captación de franquiciados'.
¿Por qué elegir el sistema de franquicia para emprender?
La franquicia es una fórmula a través de la cual el franquiciador cede al franquiciado la explotación de un modelo empresarial de éxito. Se basa en tres pilares fundamentales: la cesión de los derechos de propiedad intelectual, la aportación del know-how y la asistencia comercial o técnica.
Así, se presenta como un modelo de negocio que permite a los emprendedores crear un proyecto empresarial pero, con la ventaja de que se minimiza el riesgo que supondría desarrollar un negocio propio independiente. Pertenecer a una red de franquicia implica que cuestiones como la manera de organización de la empresa, la política de recursos humanos, la elección de proveedores, la captación de clientes o la forma de enfrentarse a la competencia, se vean facilitados.
En esta línea, las principales ventajas que se derivan de elegir esta modalidad de autoempleo son:
Unirse a un negocio cuya viabilidad ha sido validada por el propio franquiciador y probado sobre los consumidores. Esto reduce ostensiblemente el riesgo que conlleva emprender.
Contar con un saber hacer contrastado que evitará caer en los mismos errores en los que el franquiciador incurrió en su día.
Iniciar el negocio con una marca reconocida y una reputación previamente obtenida, es decir, que no hay que empezar desde cero para darla a conocer.
Disfrutar de formación inicial y continuada en diversos ámbitos: logística, marketing, tecnología, etc.
Publicidad y demás promociones cubiertas en gran medida por el franquiciador.
Por otra parte, la franquicia también tiene algunos aspectos que pueden resultar negativos para el franquiciado como el hecho de que el franquiciado queda sujeto a las normas que parten de arriba, lo que puede dar lugar a desacuerdos; o la obligación de pagar derechos de entrada para empezar a operar en la cadena que, en ocasiones, son muy elevados.
No obstante, según se desprende del mencionado informe, lo cierto es que, con el objetivo de facilitar la entrada de nuevos franquiciados, las cadenas están optando por reducir este canon. Así, un 75% de ellas requieren una entrada inferior a 18.000 euros o, incluso, no lo exigen.