Teniendo en cuenta esto, a continuación le vamos a facilitar una serie de señales de alerta que usted, como líder, debería tener siempre en cuenta si desea que su empresa llegue a buen puerto:
Se preocupa más por lo operativo que por lo estratégico. Un buen líder debe disponer de visión y pensar siempre a largo plazo. El día a día nunca puede inmiscuirse en su principal función, que es mantener la posición competitiva de la organización y buscar el valor añadido para dar respuesta a las necesidades de los clientes actuales y futuros.
Le falta determinación en sus decisiones. Para alcanzar una buena gerencia de negocio, al lider nunca le debe temblar la mano a la hora de tomar decisiones, especialmente cuando éstas no son del todo populares. Aunque las formas siempre deben ser las correctas, usted debe intentar, en la medida de lo posible, no presentar dudas cuando ejerce las funciones de mando.
Antepone lo relacional a los resultados. Nadie pone en duda que una organización con un buen clima laboral y donde existan unas relaciones interpersonales de calidad es un lugar donde los trabajadores están a gusto y donde seguramente trabajarán más y mejor. Tampoco debe olvidarse que la principal razón de ser de una empresa es lograr resultados. Encontrar el equilibrio entre estos dos aspectos es la clave del éxito del liderazgo, hoy en día. En todo caso, nunca se deje llevar por lo relacional, anteponiéndolo a los resultados de su empresa.
Es inconsistente en la toma de decisiones. Como líder de su organización, es el máximo referente para sus colaboradores. Por este motivo, sus acciones siempre deben estar guiadas por criterios racionales y lógicos. No existe peor señal que un director incoherente en la toma de decisiones. Trate de ser consistente con sus decisiones y justo con todas las personas de su equipo.
No se preocupa por el desarrollo de sus colaboradores. La clave del éxito de las organizaciones en los mercados competitivos en que se mueven es las personas que las forman. Si deseamos crear una ventaja competitiva respecto al resto de empresas del sector, tenemos que dedicar esfuerzos al crecimiento de nuestro equipo de trabajo.
Se orienta únicamente a la acción. El buen líder no dice a su gente qué tiene que hacer, sino más bien por qué y para qué tiene que hacerlo. Dirige en base a objetivos y valores, no por tareas. Además de implicar a sus colaboradores, aporta sentido a sus funciones y mejora la productividad, haciendo que el éxito sea compartido.