Existe una forma de medir la solvencia de una empresa. Conocer la capacidad de una organización para hacer frente a un pago o generar fondos para atender un compromiso adquirido con terceros es posible a través de determinados indicadores. Si bien, el más importante es el activo circulante, que es el que le da la posibilidad de obtener liquidez con independencia del régimen de explotación y en un plazo de tiempo cierto.
El capital circulante es el monto de dinero requerido para sustentar el ciclo productivo de la empresa. El capital circulante se calcula restando los pasivos a corto plazo de los activos a corto plazo. Si del cálculo del capital circulante o de trabajo se deviene una cantidad positiva entonces usted puede asumir que tiene el suficiente circulante para operar su negocio bajo las condiciones actuales. Pero si el cálculo resulta en una cantidad negativa, entonces tiene que tomar medidas inmediatas para aumentar su capital de trabajo. Ya sea por medio de invertir más dinero en el fondo de maniobra o circulante, obtener financiación a largo plazo, reducir inventarios o cobrar mas rápido entre otros.
El mundo empresarial se rige por los números, ya que éstos indican la situación real de la empresa y por lo tanto son parte de los requisitos imprescindibles para acreditar al negocio para casi cualquier trámite.
Los impagos obedecen a muchas causas como la falta de responsabilidad por parte de clientes o su mala fe, sin embargo, como empresario debe tratar de evitar este tipo de situaciones y, cuando se den, poner remedio lo antes posible. Conocer cómo actuar ante los impagos y las deudas le hará recuperar un dinero que, en demasiadas ocasiones, probablemente ya creía perdido.
Las funciones de controller y de auditor interno en una organización suelen confundirse, ya que tienen el mismo objeto de análisis: asegurarse de que se cumplen (y se cumplirán) los objetivos de la compañía; esto es, minimizar los riesgos lo máximo posible, en base a unos indicadores o parámetros concretos.