Ante todo cabe recordar que la responsabilidad social corporativa (RSC) es la responsabilidad que tienen las empresas por sus impactos aplicados en la sociedad. Toda empresa tiene impactos sociales, ambientales y económicos de distintos grados e importancia, que debe estudiar con detalle para intentar minimizar al máximo los negativos y propiciar los positivos. No se trata de actuaciones llevadas a cabo solamente por grandes empresas, también las pymes pueden aplicarlas, sólo tienen que adaptarlas a la realidad particular de su empresa.
En primer lugar, para ser sostenibles las empresas deben asegurarse de que realizan acciones que no superen los requisitos mínimos exigidos por la Ley en materia medioambiental. Por ejemplo, deben controlar las emisiones de CO2 que emiten a la atmósfera, utilizar sistemas de depuración si se realizan vertidos al agua, y realizar una correcta gestión de los residuos peligrosos.
Dentro de este concepto de sostenibilidad incluido en un programa de RSC, con el fin de minimizar el impacto de los residuos, tanto sólidos como gaseosos, en el medioambiente, las empresas deberían trabajar para:
- Ser eficientes en el consumo de agua.
- Buscar la eficiencia en el consumo energético.
- Usar energías renovables.
- Realizar compras verdes.
- Implantar un Sistema de Gestión Medioambiental ISO 14000, que permita coordinar todas las acciones en materia de respeto por el Medio Ambiente.
- Organizar el transporte conjunto del personal, cuando sea posible.
- Utilizar los BATS (la mejor tecnología disponible) en la maquinaria.
Asimismo, para aumentar dicha sostenibilidad empresarial se pueden realizar otras acciones positivas para el medioambiente, tales como plantación de árboles, colaborar con grupos y ONG ambientales, o restaurar áreas degradadas.
Además, ser una empresa responsable y a la vez una empresa sostenible, puede resultar muy rentable, aunque esta rentabilidad no consiste sólo en ser reconocida como tal, lo que determina alrededor del 45% de la reputación corporativa. También reside en otros factores importantes, como pueden ser, entre otros beneficios, el ahorro en materias primas y logística. Asociado a la creación de productos innovadores con claras ventajas competitivas y con un consecuente ahorro económico, y puede suponer a la vez una muestra de la lealtad y compromiso de los colaboradores.
En definitiva, ser socialmente responsable no sólo genera beneficios para su entorno más o menos próximo, tanto físico como humano, sino que también resulta rentable para la propia empresa, sea del tamaño que sea. Por lo tanto, no hay duda de que el impacto positivo que pueden causar los distintos tipos de prácticas englobadas en un contexto de RSC en la sociedad puede traducirse en una mayor competitividad y sostenibilidad de la empresa.
Para conseguir una empresa sostenible, consulte la guía gratuita: Claves para el desarrollo de una empresa sostenible.