Diferencias prácticas entre marca blanca y segundas marcas
El tipo de producto del que se trate, la inversión que requiere su lanzamiento o el segmento de mercado al que va destinado son las tres diferencias que en la práctica pueden observarse entre marca blanca y segundas marcas.
Producto. La marca blanca va a asociada a un producto muy básico (alimentación, higiene, etc.) y en sus inicios implicaba también una menor calidad (aunque hoy día sabemos que no tiene por qué ser así), mientras que la segunda marca puede seguir los mismos estándares de calidad que la marca principal y estar representando a cualquier tipo de producto, desde un coche hasta una prenda de vestir.
Gasto/inversión. La marca blanca se ideó como solución a un problema de excedentes de producción, por lo que su comercialización implica anular un gasto a cambio de percibir un ingreso extra. La segunda marca acarrea un gasto, un gasto de comunicación, ya que se pretende lanzar como un ente independiente.
Destino. La marca blanca no se dirige a un segmento de mercado en concreto, no se busca su diferenciación estratégica, mientras que ése es precisamente el objetivo de la segunda marca: atraer a un sector que bien por edad, bien por gustos, bien por tipo de producto o por precio, no se puede captar con la marca principal.
Cuándo interesa comercializar a través de una marca blanca y cuándo mediante una segunda marca
Si se está planteando elegir entre una de estas dos opciones para su negocio, tiene que tener claras las diferencias existentes entre ellas y también lo que busca conseguir con esta decisión estratégica.
Le interesa optar por una segunda marca:
Cuando quiera tener el control sobre el producto, su distribución y los clientes.
Cuando quiera alcanzar una mayor visibilidad como empresa.
Cuando quiera expandirse alcanzando otros segmentos de mercado a los que no puede atraer con su producto principal.
Mientras que le interesa decidirse por comercializar a través de una marca blanca:
Cuando quiera dar salida a excedentes de producción.
Cuando quiera tener la posibilidad de multiplicar su producción.
Cuando quiera despreocuparse de la estrategia de distribución, poniéndola en manos de otro.
Cuando no le importe que sea el distribuidor quien acabe teniendo el control sobre el mercado.