Una de las grandes ambiciones de todo emprendedor es asegurar por medio de la empresa el futuro económico propio y el de sus descendientes. Debido a esto es muy común que al ir creciendo la empresa se busque dar espacio a los seres queridos como socios o colaboradores, naciendo por consiguiente la figura de la empresa familiar.
A primera vista, al ser una entidad conformada por familia, los intereses de todos deberían converger en el bien de todos. Sin embargo es imposible que un grupo de personas mantenga intereses comunes por mucho tiempo, aún cuando se es familia, dando paso a problemas complejos que serían más fáciles de solucionar si no hubiera un nexo de parentesco.