Con la crisis económica ha habido un auge de los productos y servicios de bajo coste, más conocidos por su nombre en inglés, low cost. A raíz de eso muchas empresas han pensado en la posibilidad de seguir ese modelo de negocio, basado en ofrecer precios bajos como resultado de ajustar al máximo los costes.
Aunque el fenómeno es relativamente nuevo y todavía hay áreas del mercado donde apenas ha entrado, el low cost se ha extendido rapidísimo durante los últimos años. Así, destaca su avance en sectores como, por ejemplo, los transportes (las compañías aéreas fueron las pioneras), el turismo (el alquiler de coches en un buen caso), la ropa, los bancos, los seguros y la telefonía móvil. Este modelo puede ser aplicado tanto por grandes como por pequeñas empresas (pymes).