Todavía quedan vestigios de la época en la que los departamentos empresariales funcionaban de forma independiente e incluso proyectaban un cierto hermetismo con el resto de partes del organigrama. Actualmente, y en un contexto tan competitivo y exigente, todas las partes han de ser engranajes colaborativos y bien engrasados para poder cumplir con los objetivos.
Tanto en una pequeña pyme, donde varias atribuciones pueden recaer en una misma persona, como en una gran empresa con departamentos definidos, el flujo de información y la coherencia en los planes de acción ha de ser máxima o perderemos efectividad.