A menudo nos preguntamos acerca de los factores clave que determinan el éxito o el fracaso de una organización. Diversos estudios demuestran que existe un aspecto que está por encima de cualquier otra consideración, ya sea económica, comercial o productiva: el líderazgo. En efecto, la dirección en la empresa es el elemento que marca, a medio y largo plazo, la excelencia y crecimiento de una organización.
El filósofo, economista y político inglés dijo en una ocasión que “no hay mejor prueba de progreso de la civilización que el progreso del poder de cooperación” lo que se traduce en lo siguiente: la cooperativa se basa en un funcionamiento democrático y con un alto grado de participación de los socios desde el momento de la constitución. Éste es el principio fundamental que rige este perfil de negocio. Con sus pros y sus contras, se trata sin duda de una de las formas de organización laboral que más predispone a sus integrantes a proponer ideas y a que se escuchen.
El teletrabajo es la realización de las actividades que lleva a cabo un trabajador bajo las órdenes de una empresa, teniendo como base principal el uso de las nuevas tecnologías. Para muchos el teletrabajo está lleno de ventajas, pero lo cierto es que no todo es tan ideal como parece ya que esta nueva modalidad requiere de una enorme disciplina y organización del teletrabajador y la empresa.
Desarrollar una actividad económica profesional o empresarial en España origina una serie de obligaciones fiscales de carácter estatal. Por ello, quienes desempeñen la modalidad del teletrabajo, ya sea por cuenta propia o ajena, deben cumplir con la normativa fiscal.
Podemos señalar, por tanto, que hay dos tipos de trabajadores a distancia. Por un lado, se encuentran aquellos que continúan como empleados de la empresa y simplemente han cambiado el lugar de trabajo (la oficina por, por ejemplo, su casa); por otro, están quienes no forman parte de una plantilla, en cuyo caso tendrán que darse de alta como autónomos.
En nuestro país existen diversas plataformas que sirven de punto de encuentro para aquellos que están dando sus primeros pasos en la aventura emprendedora; son espacios para “conocer a otros emprendedores con los que poder compartir experiencias y conocimiento”. Así lo explica Javier Martín, uno de los impulsores de la Fundación Iniciador, que aterrizó en Madrid hace ya seis años con el objetivo de fomentar y facilitar el emprendimiento.